Después del ordenador, llega el teléfono, y esto es tan cierto para la navegación por Internet y el correo electrónico como para el malware de diversa calaña. Sin olvidarnos de los nuevos sistemas inteligentes basados en la computación en nube.
Las empresas de seguridad informática llevan años intentando salvar nuestros ordenadores de gusanos, troyanos y demás alimañas cibernéticas. A veces, incluso de sí mismas. Y ahora llega el momento de dar el salto a otras plataformas.
Los teléfonos inteligentes, cada vez más extendidos, son tanto un nuevo campo de batalla entre delincuentes y usuarios como una oportunidad de negocio de las firmas de seguridad.
El San Francisco Chronicle recogía el miércoles varios anuncios recientes de las grandes empresas del sector, que revelan la atención cada vez mayor que reciben estos teléfonos tan listos que llevamos a todas partes, y que tienen en las descargas de aplicaciones una de sus principales debilidades.
Lo mismo ocurre con esas facturas electrónicas inteligentes, que controlan la luz y el gas que gastamos, o que gestionan el riego del jardín en un edificio inteligente, todo ello desde una nube que necesita una protección a prueba de bombas. Precisamente la seguridad de estos cúmulos de datos almacenados en remotos servidores es una de las preocupaciones de los expertos ante la computación en nube.
Un artículo (patrocinado por Intel y VMWare) en ReadWriteWeb reflexiona sobre las complejidades técnicas que supone proteger una nube de datos a la que accederán miles, y después millones de personas cada día.
Los teléfonos inteligentes, cada vez más extendidos, son tanto un nuevo campo de batalla entre delincuentes y usuarios como una oportunidad de negocio de las firmas de seguridad.
El San Francisco Chronicle recogía el miércoles varios anuncios recientes de las grandes empresas del sector, que revelan la atención cada vez mayor que reciben estos teléfonos tan listos que llevamos a todas partes, y que tienen en las descargas de aplicaciones una de sus principales debilidades.
Lo mismo ocurre con esas facturas electrónicas inteligentes, que controlan la luz y el gas que gastamos, o que gestionan el riego del jardín en un edificio inteligente, todo ello desde una nube que necesita una protección a prueba de bombas. Precisamente la seguridad de estos cúmulos de datos almacenados en remotos servidores es una de las preocupaciones de los expertos ante la computación en nube.
Un artículo (patrocinado por Intel y VMWare) en ReadWriteWeb reflexiona sobre las complejidades técnicas que supone proteger una nube de datos a la que accederán miles, y después millones de personas cada día.
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